En Monterrey la historia ha sido narrada tradicionalmente desde la perspectiva del progreso y la industrialización. Sin embargo, en sus márgenes han existido resistencias que han quedado fuera de la versión oficial. Entre 1920 y 1940, las disputas por la vivienda y el acceso a la tierra marcaron el desarrollo urbano de la ciudad. Mientras la élite empresarial consolidaba su poder, los sectores populares se enfrentaban a la precariedad habitacional y a políticas que favorecían la especulación inmobiliaria.
La documentación sobre estos procesos es escasa, fragmentaria y, en muchos casos, oculta tras discursos oficiales que priorizan el crecimiento económico sobre los derechos sociales. Sin embargo, al analizar estos conflictos es posible reconstruir la historia de quienes lucharon por la ciudad desde los márgenes, en oposición a las narrativas dominantes de modernización y desarrollo.
Durante las primeras décadas del siglo XX, Monterrey experimentó un crecimiento acelerado impulsado por la industrialización. Tras la revolución, la migración desde el medio rural hacia la ciudad generó una crisis habitacional, caracterizada por el hacinamiento y el abuso de los propietarios sobre los inquilinos. Las viviendas eran precarias, los alquileres aumentaban sin regulación y los desalojos eran constantes.
Ante esta situación, comenzaron a surgir formas de organización inquilinaria. Sabemos que el Sindicato de Inquilinos del Estado de Nuevo León, era parte de la Federación Regional de Sociedades Obreras (FRSO), conectando la lucha por la vivienda con las reivindicaciones laborales (Ovalle Rodríguez, 2017).
En 1924, el Partido Defensores del Proletariado de Nuevo León, organizado por vecinos de la colonia Independencia denunciaba la especulación inmobiliaria y exigía la solución del conflicto inquilinario (Sifuentes Espinoza, 1989). Estos son tan solo indicios que hemos encontrado de esta lucha, pero sus implicaciones para el presente son infinitas ante el aumento indiscriminado de las rentas en Monterrey.
El Sindicato de Obreros sin Trabajo es otra muestra de la continua demanda por una ciudad para todos. En 1929 exigió la condonación de rentas para los trabajadores desempleados (Vázquez Esquivel, 1987). Esta demanda reflejaba la fragilidad económica de la clase obrera y la falta de políticas públicas para garantizar un acceso digno a la vivienda. Mientras las industrias florecían, los obreros vivían en condiciones deplorables, atrapados entre salarios insuficientes y un mercado inmobiliario desregulado.
Paralelamente a la crisis del inquilinato, el acceso a la propiedad de la tierra se convirtió en otro eje de disputa. En 1926, campesinos y obreros desplazados ocuparon terrenos en Topo Chico, una acción que se replicaría en los márgenes del Río Santa Catarina y en la colonia Jesús M. Garza en Santa Catarina. Estas ocupaciones respondían a la falta de vivienda y a la creciente privatización de terrenos comunales.
Durante la década de 1920, la comunidad de San Bernabé del Topo Chico había perdido más del 60 % de sus tierras a manos de empresarios como Domingo Treviño, Santiago Belden, Francisco Armendáiz y Arcadio Cavazos. La desigual composición de la Asamblea de Accionistas permitió que estos empresarios consolidaran su control sobre la zona, dejando a los pequeños propietarios sin acceso a la tierra y restringiendo el uso del cerro (RADIO TyL, 2009).
El punto de quiebre llegó en 1922, cuando la Junta Directiva de la comunidad vendió una franja de tierra a Silvano Delgado, quien cercó la propiedad e impidió el paso a los pobladores que recolectaban leña y piedra. En respuesta, la comunidad se organizó bajo la bandera del agrarismo, exigiendo la restitución de tierras. Finalmente, en 1926, lograron la dotación de 1,440 hectáreas para la creación del Ejido de San Bernabé del Topo Chico (RADIO TyL, 2009).
Por su parte, la colonia Jesús M. Garza en Santa Catarina representa otro caso de resistencia territorial. Habitantes de las areneras del Río Santa Catarina enfrentaron múltiples obstáculos para regularizar sus predios. Desde sus inicios, formaron comités vecinales para exigir servicios básicos y el reconocimiento legal de sus tierras. A lo largo de los años, resistieron intentos de desalojo y la creciente presión inmobiliaria sobre la zona (Barrera Díaz, 2021).
Una respuesta ambivalente por parte del Estado caracterizó su actuación frente a estos movimientos. Mientras algunas ocupaciones fueron desalojadas violentamente, otras lograron consolidarse mediante procesos de regularización. En paralelo, los industriales promovieron modelos de vivienda obrera con financiamiento privado, aunque estos proyectos estaban fuera del alcance de la mayoría de los trabajadores. Esa falta de soluciones estructurales perpetuó la desigualdad en la distribución del espacio urbano.
En Monterrey, la disputa por la vivienda y la tierra entre 1920 y 1940 revela cómo la configuración del espacio urbano ha sido resultado de tensiones constantes entre las élites económicas y los sectores populares. Aunque el discurso oficial celebraba el progreso industrial, la experiencia cotidiana de los trabajadores mostraba una lucha persistente por el derecho a habitar la ciudad en condiciones dignas.
Estos procesos históricos son fundamentales para comprender las dinámicas de exclusión que aún moldean la ciudad. Problemas como la especulación inmobiliaria, la gentrificación y la falta de acceso a vivienda digna tienen raíces profundas en los conflictos del pasado. Reconocer la historia de estas resistencias no solo reivindica la memoria de quienes lucharon, sino que también aporta herramientas para enfrentar las problemáticas urbanas del presente.
Referencias
Barrera Díaz, M. (2021). Crecimiento del área metropolitana de Monterrey y su afectación en colonias populares: Estudio de caso de la colonia Jesús M. Garza en el municipio de Santa Catarina [Tesis de licenciatura, Universidad de Monterrey].
Ovalle Rodríguez, E. (2017). Monterrey 1918: la hora de los obreros. En L. Palacios Hernández (Coord.), Entre montañas y sierras: Resistencia y organización laboral en Monterrey en el siglo XX. Universidad Autónoma de Nuevo León.
RADIO TyL. (2009, diciembre 9). La Radio y los días. Injusticia circular: la lucha por la tierra en Topo Chico. La Mera Mera.
Sifuentes Espinoza, D. (1989) Itinerario político de Nuevo León (1900–1929). UANL
Vázquez Esquivel, M. (1987). Movimiento obrero en ASARCO. Crisis económica 1932. Archivo General del Estado de Nuevo León.